lunes, 29 de junio de 2015

KOMARA

ph: www.komaraband.com

Hay caos y drama, estridencia y psicodelia, ritmos de jazz y momentos progresivos. Todo eso está en KOMARA y en su álbum debut homónimo. El disco, que se estrenará el próximo 30 de junio, emula a una inmensa banda sonora perteneciente a una película auditiva, en la que transcurren todas las emociones. Todo creado por sólo tres hombres.

KOMARA está conformado por David Kollar, guitarrista y compositor eslovaco, Pat Mastelotto, reconocido baterista por su labor en King Crimson desde 1994, y Paolo Raineri, trompetista italiano. Las dos primeras letras de cada uno de sus apellidos hacen al nombre de la banda. Un tridente poco usual, cuyas interpretaciones siguen las mismas características.

Basado íntegramente en improvisaciones y producido por Adrian Benavides, KOMARA ofrece en sus diez canciones distintas alternativas. Guitarras que chillan, trompetas que lloran y ofrecen las secciones más decisivas del disco, miles de alternativas percusivas, sonidos electrónicos y bajos opacos, tristes y densos.

Detrás del álbum se esconde una historia detectivesca, la cual es acompañada por un monopolio instrumental, que se ve interrumpido en escasas ocasiones por Raineri, Leashya y Bill Munyon como narradores.

Consultado por esto, David Kollar contó a Aleatorial: "Quería apoyar este material con una enorme idea, cómo comenzar el álbum y utilizar las canciones en fila. Así que escribí una historia sobre un detective que está buscando a un estúpido y desviado asesino para atraparlo".

Son piezas esporádicas y aventureras en las que extrañamente, un lugar de tantos excesos sonoros, ningún instrumento suena fuera de lugar o exagerado. Todo lo contrario, todo se acomoda en su lugar, y encaja a la perfección: la percusión constante, la extravagante guitarra con sonidos poco convencionales y la trompeta que lleva al clímax en distintas secciones.


El trayecto de los casi 45 minutos que dura el LP es sinuoso y para nada predicible. 'Dirty Smelly' es la elegida para abrir la obra: fuerte y agresiva. '37 forms' le da mayor protagonismo a Raineri, para ofrecer un clima más reflexivo y calmo, hasta que en la mitad de la pista vuelve a entrar una guitarra aguda rompiendo los esquemas, para que vuelva el instrumento de viento sobre el final. 'A Collision Of Fingerprints' baja las revoluciones con un tempo lento y pesado, bien al estilo doom, en donde se anima a experimentar en un segmento el dubstep. 'She Sat In Black Silt' es más tranquilo y delicado, acompaña una simple guitarra y una melancólica trompeta apoyados en una batería electrónica.

El momento más psicodélico y difícil de digerir se puede encontrar en '2CFAC': clima de manicomio, guitarras dementes, una línea de bajo monótona y una trompeta desganada que hace enloquecer. 'God Has Left This Place' comienza con la terrorífica voz de Munyon para seguir ahogándonos en la parte más sufrida de la película que ya tenemos en nuestra cabeza. Es donde mejor se conjuga esta relación musical-cinematográfica, con miles de sonidos de ambiente alrededor. Para el minuto cuatro, la situación es insoportable y logra erizar la piel de cualquiera.

Ya sobre el final, llega 'Pasquinade', la mejor composición del proyecto por ahora. Kollar lleva las riendas de la canción con su guitarra y un estilo flamenco predomina a lo largo de sus seis minutos de duración. 'Abraso' es una transición para dar entrada a 'Afterbirth', una canción sin destino hasta que entra la guitarra con una exquisita distorsión. Momento para agitar la cabeza y desahogarse con gritos desgarradores de fondo. Preparados ya para el cierre con la vuelta de la gravísima voz narradora en 'Inciting Incidents'.

Concluye un disco anárquico en materia de géneros musicales. Destruye todo a su paso. No hay mejor imagen para caracterizar lo escuchado que el arte de tapa creado por Adam Jones, reconocido por su labor con Tool: un monstruo indescriptible y horroroso. Interpretaciones ácidas y espontáneas que no podrían surgir de otra manera que no sea mediante la improvisación de tres virtuosos en sus instrumentos. Un viaje sonoro brillante, del que claramente no todos sabrán disfrutar por cuestiones exclusivamente de gustos, pero cuyo nivel artístico no está en tela de juicio.

Tapa del disco

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